Fin de año y recuentos: aprender de la incertidumbre

H a sido un año difícil, qué duda cabe, nos ha tocado transitar un tiempo vertiginoso de incertidumbres, quiebres, caídas y desvelos; pero también ha sido un tiempo para devolvernos a aquello que evaluamos como esencial.
Por supuesto que Magenta, como organización, no se exime de lo anterior. Iniciamos el año con muchas expectativas sobre la base de lo que veníamos realizando, y tal como le ocurrió a la mayoría de las personas, de pronto, nos vimos en medio de la incertidumbre.
Salir del molde aprendido (y confortable), actuar con oportunidad, sostenerse en la urgencia de la toma de decisiones, caerse, desvelarse y devolvernos a lo que nos resulta esencial, ha sido el tránsito de este año. En resumen, hemos estado en aprendizaje constante en medio de la incertidumbre y seguimos en ese camino.
A la hora del balance, podemos decir que terminamos el año con algunos raspones y otras heridas, afortunadamente la mayoría superficiales; que hemos aprendido a navegar en estas aguas turbulentas redescubriendo lo que hacemos y podemos hacer, desde una nueva forma, pero profundizando el fondo; transformando la distancia en colaboración y cooperación, flexibilizando el hacer, la mirada y la emoción; y sobre todo, contra todo pronóstico pesimista, con múltiples proyectos realizados.
Al terminar el año, queremos agradecer a todas las personas que nos confiaron sus diversas iniciativas, proyectos de formación y asesorías, también a quienes nos han aportado sus talentos, permitiéndonos realizar un trabajo con rigor, calidad y cercanía; y, por supuesto, a las más de 3.500 personas que participaron de nuestras actividades durante este año.
La incertidumbre nos enseñó que la única certeza que tenemos es que ya nada será certeza, salvo la idea firme de abrigar la esperanza como motor a nuestras acciones; puesto así, en Magenta queremos enfrentar el tiempo venidero de la mano de la esperanza, la de cada cual y la que podamos construir en conjunto.